Desde su fundación en 1991, RevistAtlántica de Poesía viene dedicando sus entregas a difundir la actividad humanística en sus más variadas formas, idiomas, nacionalidades, géneros y estilos, ahondando principalmente en su vocación iberoamericana.

lunes, 21 de febrero de 2011

Un bastión poético de Cádiz

'RevistAltántica' cumple 20 años de difusión de la literatura iberoamericana

PEDRO ESPINOSA - 21/02/2011

Para una revista de poesía no vale la letra del tango. Veinte años sí es mucho. En 1991 nació RevistAtlántica, un ambicioso proyecto literario para convertir esta publicación gaditana en un referente de los versos que nadaban a una orilla y otra del océano. "Siempre quisimos que tuviera vocación internacional", recuerda su director, José Ramón Ripoll. Nació al amparo del Ayuntamiento de Cádiz y la continuó la Diputación hasta ahora. Dos décadas que se van a celebrar como una auténtica fiesta. La supervivencia lo merece.

Ripoll siempre admite su desconfianza inicial con el proyecto. "Pensé que saldrían tres o cuatro números pero no más". El último en aparecer ha sido el 34, con un dossier central dedicado al poeta catalán Màrius Torres, en el centenario de su nacimiento. La revista le dedica 70 páginas con sus poemas y un recorrido por su intensa vida, la de un escritor recluido en un sanatorio por tuberculosis durante la Guerra Civil, represaliado por sus ideas y las de su familia, y que murió en 1942 sin haber visto publicada ni una sola de sus obras.

Este homenaje a Màrius Torres ha sido posible gracias a la colaboración con el Institut Ramon Llull, que también propició otro recordatorio a Carles Riba en el anterior número de la revista a los 50 años de su muerte. RevistAtlántica ya había dedicado alguna página a Torres en el número ocho, en 1994, como un anticipo de la antología que entonces se publicó sobre su reivindicada figura. "Si el pasado se pierde, solo la música es capaz de permanecer como una voluntad de poder, de articular la vida en la tiniebla, entonando la canción del retorno, que el poeta se sabía de memoria y había interiorizado durante sus largas lecturas", repasa Ripoll en el texto introductorio a sus principales poemas.

RevistAtlántica siempre destaca por la profundidad de sus homenajes literarios y por la pasión puesta en cada sección. En este último número aparecen dibujos del artista gaditano Luis Quintero además de poemas de José Luis Rey, Adolfo Cueto, Trevor Joyce o Jordi Villaronga, entre otros. Mantenerse no ha sido fácil pero la pluralidad de las propuestas, la ambición de sus planteamientos, la continua exigencia de calidad y el apoyo institucional de la Diputación han garantizado su periódica publicación.

"Hemos recibido el apoyo y fuerza de muchos escritores y colaboradores. Octavio Paz fue promotor, sin casi él saberlo. Nos dijo que la nuestra era una aventura que no podía permitirse el lujo de desaparecer", resalta el director. Un bastión de la poesía contemporánea iberoamericana. Un ejemplo de unión de la literatura de las dos orillas atlánticas.

Ripoll ha estado siempre bien acompañado en esta empresa. La lista de colaboradores ha sido inmensa e impresionante en estos 20 años. Álvaro Mutis, José Manuel Caballero Bonald, Felipe Benítez Reyes, José Manuel Benítez Ariza, Pilar Paz Pasamar, Carlos Edmundo de Ory, Rafael Alberti o Fernando Quiñones han estado en algún momento ligados a la revista. El director siempre ha contado con la inefable mano derecha de un entregado subdirector, Jesús Fernández Palacios. Juntos se han encargado de difundir las excelencias de cada entrega.

Ripoll y Fernández Palacios han caminado muchas veces juntos, como demuestra la inminente publicación de Utopía comparada. Se trata de un trabajo de Carlos Manuel López sobre la trayectoria de ambos poetas gaditanos. 400 páginas de profundo análisis sobre sus carreras vinculadas a la difusión de la poesía de otros y a la elaboración de sus propias obras. "Es una oportunidad para que nos leamos el uno al otro", bromea Ripoll.

El número 35 de RevistAtlántica, cuya publicación se espera para el otoño, servirá para festejar las dos décadas. Habrá firmas especiales y una exposición antológica en la que se repasará, por ejemplo, la veintena de pintores que han ilustrado sus páginas. En la fiesta de cumpleaños habrá una piñata de coloquios, debates y poemas.

FUENTE: El País

sábado, 12 de febrero de 2011

Sobre Màrius Torres

TÚA BLESA | Publicado el 11/02/2011

Este año pasado se han cumplido los cien años del nacimiento, en Lleida, de Màrius Torres y este libro es una contribución más -entre otras, el número 34 de RevistAtlántica ofrece un interesantísimo dossier y, sobre todo, la edición de Poesies a cargo de Margarida Prats Ripoll- al recuerdo, si no al rescate, de su obra poética, lamentablemente muy poco divulgada, por lo que merece ya todo el reconocimiento. Es imposible no dejar constancia del hecho biográfico de que Torres ingresó en 1935 en un sanatorio, de donde prácticamente ya no salió hasta su muerte a finales de 1942, y el que no llegó a ver sus poemas editados. Es precisamente en los años de enfermedad en los que su obra crece y adquiere un nivel por el que merece un lugar, el que aún hoy está por reconocérsele. Se inserta esta obra poética en la tradición del simbolismo y la música en cuanto tema -“la noche toda era música”- y la musicalidad de sus versos bien lo señalan, pero, aún más que eso, importa el que Torres supo ver que el simbolismo es sobre todo la creencia en que la palabra puede transcender, alcanzar o rozar el ideal, lo absoluto, un absoluto que, si bien es inasequible, incluso se propone como presencia inmediata: “la Eternidad es sólo presente que se ensancha”.

FUENTE: El Cultural de El Mundo

viernes, 11 de febrero de 2011

RevistAtlántica dedica su último número a la figura de Màrius Torres

La publicación recuerda el centenario del poeta catalán en un monográfico · El Instituto Ramón Llull ha colaborado con la Diputación Provincial en esta edición
PILAR VERA / CÁDIZ | ACTUALIZADO 10.02.2011 - 10:51
Un poeta "singular, de influencias nunca vistas hasta entonces en la producción de un poeta español, con una manera muy peculiar de escribir y con esa filosofía tan extraña que relaciona muerte y esperanza". Así define el director de RevistAtlántica, José Ramón Ripoll, la aportación de este poeta catalán a la literatura contemporánea. Un autor que hasta no hace mucho tampoco era muy conocido entre las letras catalanas -"al contrario que otros contemporáneos como Foix i Mas o Salvador Espriu", apunta- y del que el propio Ripoll no conoció su existencia hasta los años ochenta. "Más tarde -continúa-, a raíz de un congreso entre poetas catalanes y castellanos, comencé a indagar en su vida. Por supuesto, ya en Cataluña había estudios sobre su figura. Algo que tal vez no se había hecho antes porque pertenecía a otra tradición, más alemana, más francesa, italiana... y nadie se atrevía a catalogarlo". 

Precisamente, la primera vez que los versos del catalán se vieron volcados al castellano fue en
RevistAtlántica, cuando el número ocho de la publicación realizó, en 1994, una aproximación a su obra. Para José Ramón Ripoll, Màrius Torres es un "poeta crepuscular, ausentista. Observa la naturaleza bajo un tamiz otoñal pero con una voz de expresión muy vibrante. Es curioso comprobar cómo está muy presente en él la idea de eterno retorno". 

Su corta biografía -Torres fallece, víctima de tuberculosis, en 1942, a los treinta y dos años- resulta cadenciosa y simbólica. Tanto su enfermedad como el carácter póstumo de su obra -que el autor nunca vio publicada, siendo editada por primera vez en México-, otorgan además un halo tardo-romántico a su figura.

Màrius Torres fue criado en una familia de ideario republicano. Su abuelo -médico de profesión y con quien Màrius tuvo una estrecha relación- introdujo la metapsíquica -espiritismo- en España: "A finales del XIX, era habitual que convivieran con el socialismo utópico las doctrinas espiritistas al estilo de las de Madame Blavatsky, como una nueva forma de entender lo trascendente -explica al respecto José Ramón Ripoll-. La revolución social también se entendía como una revolución interna individual. Además, la metapsíquica tenía principios muy vinculados al humanismo cristiano". 

Màrius Torres también estudió Medicina pero apenas pudo ejercer como profesional, ya que enfermó enseguida y lo enviaron al sanatorio de Puig d´Olena. Torres se desarrolló como creador durante estos años en este lugar. Allí fue donde conoció a Mercè Figueras, de la que se enamoró, y allí pudo ahondar en una relación con la naturaleza de tinte filosófico. Aislado pasó también la Guerra Civil viendo cómo, a la vez que él mismo se consumía, caía la República y su familia había de partir al exilio a Francia -su padre había sido alcalde en Lleida por Esquerra-. Màrius no participó activamente en la contienda, pero sí la vivió, por supuesto, "con gran inquietud y, a la vez, con una gran tranquilidad espiritual -comenta Ripoll-. Curiosamente, en el 39, le dice a Joan Sales que es el año mas feliz de su vida, pero se refiere a una felicidad mucho más interna porque es uno de sus años más productivos". A pesar de sus pobres circunstancias, a Torres llegaron a aplicarle la Ley de Responsabilidades Políticas. "Tras la guerra vemos cómo a veces el poeta se cartea en francés con algunos amigos -cuenta José Ramón Ripoll-. Dado que estaba prohibido escribir en catalán, él hacía esto en gesto de rebeldía".

Intérprete y compositor de piano, "durante su reclusión empezó a leer a los franceses, aprendió alemán e inglés, musicó incluso algunos poemas de Verlaine y la música es, en efecto, un elemento que se siente presente en toda su poesía", indica Ripoll. Sus experiencias en el sanatorio se tradujeron en poemas, artículos, cuentos y cartas -
RevistAtlántica reproduce precisamente tres de sus misivas, a Mercè Figueras, a Carles Riba y al que sería su editor, Joan Sales-.
Torres mantuvo además una cierta relación de desapego con su producción literaria: destruye gran parte de sus trabajos y, al final de su vida, llega a la conclusión de que sólo iba a escribir cuando realmente le apeteciera: "Para Màrius Torres la escritura -explica Ripoll- no es una vocación sino una auténtica necesidad. Por eso muchos poetas conciben la poesía como una ampliación de su propio ser, como una totalidad, a la manera de Juan Ramón Jiménez, aunque no tengan nada que ver..."

Ripoll apunta que la obra del catalán "se presta a confusión" porque "bajo formas aparentemente tradicionales se esconde una poesía moderna. Eso lo supo ver muy bien Margarida Prats en la primera edición de su obra", explica. La profesora de la Universidad de Barcelona colabora en este monográfico dedicado al poeta, junto a Pere Gimferrer y Mercè Boixareu. Un especial en el que destaca también el numeroso y emotivo material gráfico cedido por la Universidad de Lleida y para el que se ha contado con la colaboración de Víctor Torres, hermano del autor, y del catedrático Jaume Pont.



FUENTE: Diario de Cádiz

lunes, 7 de febrero de 2011

Acto de presentación

El jueves 10 de febrero de 2011, a las 20.00 horas, tendrá lugar en el Salón del Claustro del Palacio Provincial de la Diputación de Cádiz la presentación del número 34 de RevistAtlántica de poesía (de la que se cumple este año el vigésimo aniversario), publicación editada por el Servicio de Publicaciones de la Fundación Provincial de Cultura.

La edición de este número y el acto de presentación del mismo cuentan con la colaboración del Institut Ramon Llull de Catalunya a través de su programa de fomento de la cultura y la lengua catalanas.


La sección central de dicho número Documentos– está dedicada al poeta catalán Màrius Torres, con motivo del centenario de su nacimiento.

En el acto intervendrán la profesora de la Universidad de Barcelona Margarida Prats, una de las máximas especialistas en la obra  de Màrius Torres y autora de uno de los artículos incluidos en el dossier central; Javier Vela, coordinador de la revista, y José Ramón Ripoll, director de la publicación.


El acto se cerrará con una actuación del cantautor Xavier Ribalta acompañado por el compositor y pianista Ramon Andreu, que interpretarán un repertorio basado en los textos del propio Màrius Torres.

(Márius Torres nació en Lleida en 1910, en el seno de una familia republicana. Su padre fue alcalde de Lleida y diputado por ERC, e introductor en Cataluña del concepto teo-filosófico de metempsicosis. Médico y músico de formación, el poeta nunca pudo ejercer la medicina debido a la tuberculosis que, desde muy joven, le hizo ingresar en el sanatorio de Puig d’Olena. Allí pasó la Guerra Civil y los años que le quedaban de vida. Fue represaliado por sus ideales en la propia clínica. Murió en 1942, a los treinta y dos años de edad, no pudiendo ver su obra publicada, que se editó por vez primera en la colección Quaderns de l’Exili, México, en 1947.)

Información adicional:

Nº 34 de RevistAtlántica de Poesía

Editado por el Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial de Cádiz, con la colaboración del Institut Ramon Llull, el número 34 de RevistAtlántica de poesía dedica la sección DocumentosMàrius Torres, con motivo del centenario de su nacimiento. Considerado por la crítica como uno de los autores catalanes más importantes del siglo XX, su obra ejerció una notable influencia durante las primeras tres décadas de posguerra.

En estas páginas se analiza la vida y la obra del autor a través de diversos estudios elaborados por diferentes especialistas en la figura del escritor catalán, e incluye una presentación general a cargo del director de la publicación, José Ramón Ripoll; una detallada evocación biográfica del poeta preparada por Mercè Boixareu, catedrática de Filología Francesa de la Universidad Nacional de Educación a Distancia; un extenso análisis sobre su obra poética firmado por el escritor catalán y miembro de la Real Academia Española de la Lengua Pere Gimferrer; una ilustrativa semblanza personal elaborada por la profesora de la Universidad de Barcelona Margarida Prats; una antología representativa de sus textos poéticos, en edición bilingüe, seleccionados y vertidos al castellano por Alfonso Alegre Heitzmann y Victoria Pradilla; una recopilación de los artículos de actualidad publicados por el poeta entre 1934 y 1936, y, por último, una muestra igualmente bilingüe de su correspondencia, que reproduce cartas enviadas a Mercè Figueras, su más íntima e inspiradora amistad femenina; al humanista y gran poeta catalán Carles Riba y a su amigo Joan Sales, quien editara por vez primera y de forma postuma la obra del poeta en México. La edición del dossier se acompaña además de abundante material gráfico cedido por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Lleida. Esta sección documental ha sido posible gracias a la cortesía de Víctor Torres, hermano del autor, y la colaboración especial de Jaume Pont, catedrático de la Universidad de Lleida.

El índice general cuenta con la colaboración de los autores españoles José Luis Rey, Adolfo Cueto, Fabio Montes y Jordi Virallonga; el venezolano Rafael Cadenas; el inglés Edward Thomas; el chileno Javier Bello; la brasileña Annita Costa Malufe; el irlandés Trevor Joyce; la estadounidense Shulamith Wechter Caine; el dominicano León Félix Batista y el colombiano Pedro Felipe Ortiz.

Las ilustraciones de este número 34 de RevistAtlántica corren a cargo de Luis Quintero (Cádiz, 1963), escultor, pintor y fotógrafo gaditano cuyo trabajo gira en torno al lenguaje, que emplea a modo de hilo conductor y vertebrador de la mayoría de sus piezas. En esta ocasión, presenta una serie de dibujos de tema onírico específicamente elaborados para la revista.

Edita: Servicio de Publicaciones de la Diputación de Cádiz. 
Colabora: Institut Ramon Llull

Información adicional:

Márius Torres nació en Lleida en 1910, en el seno de una familia republicana. Su padre fue alcalde de Lleida y diputado por ERC, e introductor en Cataluña del concepto teo-filosófico de metempsicosis. Médico y músico de formación, el poeta nunca pudo ejercer la medicina debido a la tuberculosis que, desde muy joven, le hizo ingresar en el sanatorio de Puig d’Olena. Allí pasó la Guerra Civil y los años que le quedaban de vida. Fue represaliado por sus ideales en la propia clínica. Murió en 1942, a los treinta y dos años de edad, no pudiendo ver su obra publicada, que se editó por vez primera en la colección Quaderns de l’Exili, México, en 1947.

FUENTE: http://revistatlantica.blogspot.com/

lunes, 19 de abril de 2010

Cortázar al final del juego

Redacción - BBC Mundo

Se trata de treinta cartas inéditas del escritor argentino, las que saldrán a la luz gracias a que el poeta español Félix Grande consiguió derrotar el pudor de reconocerse amigo suyo. Quizás comprensiblemente, la presencia de Julio Cortázar se haga, hoy, mucho más intensa después de su muerte, ocurrida en 1984. Y tal vez sea ésta la razón del pudor del poeta extremeño Félix Grande, para guardarse el equivalente a varios años de correspondencia con el escritor rioplatense.

Julio Cortázar

Los últimos dos años de la vida de Cortázar están ligados al tormento de la ausencia de su mujer, Carol Dunlop.

"Me parecía presuntuoso presumir de la amistad de Julio Cortázar" - declaró Grande al diario español "El País". Sin embargo, hoy, a más de un cuarto de siglo de su muerte, Félix Grande decide publicar unas treinta misivas del novelista en Revista Atlántica, a cargo de José Ramón Ripoll y editada por la Diputación de Cádiz. 

Arqueología cortazariana 

"A esa casa que siempre tuvieron abierta para mí y en la que también entró Carol, a esa casa volveré pronto para estar con ustedes y también con ella, que seguirá conmigo en todos los viajes que me toque hacer...". Julio Cortázar. 

Ripoll y el poeta Javier Vela tuvieron que examinar las cartas de Cortázar como si fueran documentos de arqueología. Ripoll le contó a Juan José Robledo, de BBC Mundo, sobre la maravillosa experiencia de tener esas cartas entre las manos “Son cartas muy llamativas llenas de dibujos y palabras inventadas que no existen en el diccionario. Hemos tenido que hacer un glosario para explicar qué significan. "Recuerdo una carta que le escribe a Paca, la esposa de Félix. Contiene un dibujo de tres escalones y una flecha que señala un número: 300. Cortázar se refiere al poemario "300 escalones", que Paca le escribió a su padre, condenado a muerte por el régimen franquista”, le detalló Ripoll a BBC Mundo. 

Quince años de correspondencia 

Julio Cortázar y Félix Grande se conocieron en un congreso en La Habana y normalmente reavivaban su amistad con los constantes viajes del primero a Madrid, donde compartían sesiones de flamenco, de jazz, el vino tinto de los buenos restoranes y agotadores paseos de madrugada por La Castellana. Aparte de amistad, música y literatura, las cartas de Cortázar no eluden las diferencias políticas que separan a ambos escritores: Cuba, Nicaragua y una que otra alusión a los gobiernos militares de Pinochet o Videla. Sin embargo, lo más revelador de la personalidad del argentino se cumple en relación con la presencia y ausencia de una mujer. 

Muerte, vacío, desesperación 

"A esa casa que siempre tuvieron abierta para mí y en la que también entró Carol, a esa casa volveré pronto para estar con ustedes y también con ella, que seguirá conmigo en todos los viajes que me toque hacer, llegaremos un día los dos, seremos siempre los dos como tú nos ves en esas páginas que me destrozan." La carta dirigida a Grande revela el ánimo atormentado de Cortázar tras la muerte de quien fuera su última compañera, la canadiense Carol Dunlop, desaparecida a los 36 años, víctima de una leucemia. Según Grande, en sus declaraciones a "EL PAÍS", no había visto nunca a nadie tan contento como Cortázar después de conocerla. "Era una chiquilla con una inocencia y una dulzura encantadoras", agrega Félix Grande. "Se hizo muy amiga de mi mujer, Paquita, y consiguió que Julio rejuveneciera. Tras su muerte, se fue apagando poco a poco".

Cortázar murió dos años después de au amada Carol, de una enfermedad parecida, y ambos están enterrados en Montparnasse.

Julio CortázarEntre la muerte de Carol y la suya propia, ocurrida dos años más tarde y de una enfermedad similar a la de ella, Cortázar parece comprender que el juego se acerca a su final. En el vacío de París, y un mundo que comienza a sobrarle, sus visitas al cementerio de Montparnasse, en busca de la tumba de Carol, se hacen más frecuentes.

La última misiva 

La última carta que Félix Grande recibió de Cortázar da cuenta de su situación, alude a su compromiso político con la Nicaragua sandinista e intenta crear en su amigo español la esperanza de un reencuentro "Sigo bastante enfermo. No puede ir con Tomás Borge a Barcelona y Madrid, y no sabes cuánto lo lamento. Pero creo que estaré mejor en alguna semanas." La carta está fechada el 19 de abril de 1983, más de quince años después de que el novelista argentino, gran consumidor de poesía de todas las épocas y geografías, felicitara a Grande por su producción poética: "gracias por escribir una poesía como la suya en España." Cortázar murió el 14 de febrero de 1984 y fue enterrado en Montparnasse, el cementerio que ya se había hecho parte de su paisaje cotidiano.

FUENTE: BBC

El último Cortázar que vagó en París

Félix Grande publica 30 cartas inéditas que le envió el autor de 'Rayuela' - El escritor estaba atormentado por el vacío que le dejó la muerte de Carol Dunlop 

FERNANDO VALVERDE - Granada - 19/04/2010

"A esa casa que siempre tuvieron abierta para mí y en la que también entró Carol, a esa casa volveré pronto para estar con ustedes y también con ella, que seguirá junto a mí en todos los viajes que me toque hacer, llegaremos un día los dos, seremos siempre los dos como tú nos ves en esas páginas que me destrozan". No había transcurrido un mes desde la muerte de Carol Dunlop cuando Julio Cortázar escribió estas líneas al poeta extremeño Félix Grande, que le había abierto de nuevo las puertas de su casa. Pero ya nunca volvería a entrar Cortázar, ni con Carol ni sin ella. La depresión le hizo deambular por las calles de París y visitar con frecuencia el cementerio de Montparnasse, donde descansaba el amor de su vida y en el que dos años después acabaría él mismo, consumido por una leucemia. "Ahora es el hueco, es un París zombie, no puedo escribir ni vivir mientras veo cómo nacen estas palabras y corre la tarde. Sé que ustedes dos lo saben y lo comprenden, que no necesito agregar nada, que los quiero tanto...".

Más de 25 años después de la última carta que recibió de su amigo Julio Cortázar, Félix Grande ha decidido hacer pública parte de su correspondencia con el autor de Rayuela. Lo ha hecho en la RevistAtlántica, que edita la Diputación de Cádiz y que mañana será presentada en Granada por su director, José Ramón Ripoll y su coordinador, el poeta Javier Vela. "No las he publicado antes por pudor. Me parecía presuntuoso presumir de la amistad de Cortázar", dijo el poeta, que recordó con especial cariño las últimas misivas que recibió de su amigo. "No he conocido a nadie tan feliz como Julio Cortázar tras conocer a Carol. Era una chiquilla con una inocencia y una dulzura encantadora. Se hizo muy amiga de mi mujer, Paquita, y consiguió que Julio rejuveneciera. Tras su muerte se fue apagando poco a poco".

Antes de encontrarse atormentado y solo, en un mundo que parecía estorbarle y para el que empezaba a intuir un final más narrativo que poético, Julio Cortázar se había agarrado a la supervivencia de Carol, había encajado sus sueños en que ella pudiera superar la enfermedad que la consumía. El 24 de septiembre de 1982, semanas antes de su muerte con sólo 36 años, Cortázar escribió a Félix Grande y se mostró optimista. "Carol sigue igual, pero el lunes comienza un tratamiento que debería reactivar el funcionamiento de la médula y producir los leucocitos que le faltan. Tiene un coraje admirable y sé que se curará, pero llevará meses hasta salir de esta pesadilla". No fue así, y tuvieron que pasar dos años hasta que pudo librarse del tormento de la soledad que le acompañaba.

"Sigo bastante enfermo. No pude ir con Tomás Borge a Barcelona y Madrid, y no sabes cuánto lo lamento. Pero creo que estaré mejor en unas semanas. Besos a Paquita y a Lupe, y el abrazo de siempre de tu Julio". Estas fueron las últimas palabras que escribió Cortázar para Félix Grande, el 19 de abril de 1983, más de 15 años después de aquellas primeras en las que felicitaba al poeta. "Gracias por escribir una poesía como la suya en España", envió por aquel entonces el argentino a su todavía desconocido amigo. Los dos se conocieron en un congreso en La Habana. "Nos encantaba la música. Yo tocaba la guitarra y a él le interesó el flamenco. Nos juntábamos con gente que por aquel entonces tenía unos 20 años, como Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Nos hicimos muy amigos y ya siempre que viajaba a Madrid se quedaba en casa. Cenábamos hasta tarde y después nos gustaba ir a tomar unas copas al Whisky Jazz hasta que lo cerraban a las seis de la mañana. Después se empeñaba en pasear, que era algo que me agotaba a esas horas aunque yo era mucho más joven que él. Le gustaba dar paseos por la Castellana".

Durante aquellos días, tras largos paseos plagados de conversaciones, Félix Grande y Julio Cortázar se adentraron de lleno en los parques y en las plazas de la amistad tratando de pasar de puntillas por los escalones de sus diferencias. "Pronto nos dimos cuenta de que no opinábamos del mismo modo en temas como el de Cuba", explica Grande.

En una de las cartas Cortázar decide hablar de política de manera inequívoca. Tras la publicación de un artículo de Félix Grande en el diario El Socialista de Madrid sobre el poeta nicaragüense Pablo Antonio Cuadra, Cortázar responde lo siguiente: "Creo que no has estado nunca en Nicaragua, y desde fuera es difícil comprender algunas de las cosas que pasan ahí en este momento; yo, que estoy en mi cuarto viaje y conozco ya a tanta gente, puedo tal vez aclararte un poco el panorama con vistas al futuro".

Existen también otros pasajes en las 30 cartas en los que Julio Cortázar se refiere a la política, citando a Videla o a Pinochet, pero siempre de una forma superficial. "No hablábamos de lo que podía separarnos. Cuando escribí aquel artículo mostrando mi inquietud por las características que estaba tomando el Gobierno de Ortega, después de que algún que otro disparo estuviera dirigido contra aquel periódico, él me escribió aquellas palabras en las que no me reñía, sino que me quería enseñar el mundo que él veía", aclara Grande.

FUENTE: El País